Tartaria: ¡El Imperio Oculto! El presidente ruso, Vladímir Putin, hace público el nuevo archivo de Tartaria

El frío día del 15 de enero quedó grabado para siempre en los anales de la historia. El presidente ruso Vladimir Putin, un enigma por derecho propio, inauguró un nuevo archivo, un tesoro que revela un reino oculto de la historia. Un guardián silencioso del rico pasado de la nación, este repositorio haría públicos los mapas de Tartaria. La pregunta que se tambalea en el borde de los labios de todos: ¿Por qué es esto significativo?


Bueno, mis queridos lectores, las implicaciones son trascendentales, en verdad. Este movimiento marcó un profundo cambio de paradigma. Rusia, una nación de historia estratificada y tradiciones profundamente arraigadas, resolvió decantar sus verdaderas narrativas históricas no falsificadas, liberándose de las cadenas de la historiografía ortodoxa.


¿Por qué? Porque el poder de una nación reside en su historia. Es la brújula que dirige el futuro, la raíz que nutre la identidad nacional. Una nación sin su historia es como un barco a la deriva en el mar tempestuoso, vagando sin rumbo fijo sin puerto a la vista.


La narrativa histórica convencional en Rusia, similar a un relato entretejido en el tejido de los planes de estudio académicos, tiene orígenes que se remontan al siglo XVIII. Está diseñado de acuerdo con elconcepto bíblico judío de la historia,un legado de los Romanov, gobernantes rusos de antaño. Sin embargo, esta narración truncó más de cinco mil quinientos años del rico tapiz del reino, como consecuencia de la transición del calendario original al calendario juliano.


La Federación de Rusia se encuentra ahora al borde de un cambio de paradigma. Está elaborando un nuevo concepto de educación, una revisión radical de los libros de historia que se produjeron en las últimas dos décadas bajo la égida de instituciones educativas occidentales y organizaciones sin fines de lucro. El viaje para reclamar su historia, su verdadera identidad, ha comenzado en serio.


El punto focal de este viaje es Tartaria, un misterioso imperio relegado a los márgenes de la historia mundial. Para muchos, este nombre puede tener una nota discordante, un remanente borroso de tradición olvidada. Mientras que las historias de las pirámides de Egipto, la grandeza del imperio persa, la resistencia del otomano y las conquistas de los romanos pueblan nuestros libros de texto, la saga de Tartaria sigue curiosamente ausente. A pesar de empequeñecer a estos imperios en términos de su vasta extensión territorial, Tartaria ha brillado por su ausencia en el discurso histórico.Hasta ahora.


A lo largo de los años, este vasto imperio recibió varios apodos: Rassénia, Skátia y, finalmente, Tartaria. Historiadores como Jelena Ljubimová y Dmitry Mylnikov, entre otros, han comenzado a llenar el vacío, arrojando luz sobre esta enorme entidad estatal. Extendida por varios continentes, Tartaria fue el hogar de millones de personas que vivieron en armonía, fomentando una cultura autosostenida arraigada en las virtudes espirituales y morales. Tenían una profunda reverencia por los antepasados, la justicia, los lazos familiares y su patria.


Los tártaros, como se conocía a sus habitantes, eran una raza impresionante. Altos, pelirrojos, de piel blanca y bendecidos con cautivadores ojos azules, verdes o grises, estos eslavos-arios y rusos poseían una intrigante yuxtaposición de características. Eran amables y cálidos en tiempos de paz, pero valientes y despiadados en las batallas. En tiempos de victoria, eran justos y compasivos; Durante las adversidades, se mantuvieron firmes. Su espíritu indomable provenía de su inquebrantable determinación de proteger su Vara, su patria, y defender la pureza moral y la fe de sus antepasados, haciéndolos casi invencibles.


La primera edición de la Enciclopedia Británica, publicada en 1771, ofrece una visión fascinante de este enigmático imperio. Abarcando desde los Urales hasta Alaska y desde laNueva Tierra hasta el Tíbet,Tartaria era una entidad formidable en el norte de Asia, flanqueada por Siberia en el norte y el oeste. Era un complejo mosaico de diversas tribus y pueblos, como los astracanos, los cherkez, los daguestanos, los tártaros de Kalmy, los tártaros uzbekos, los mogulas, los tártaros tibetanos, cada uno con su cultura y patrimonio únicos. Tartaria fue un testimonio de la armonía que podía existir en medio de la diversidad.


A pesar de su gran escala e importancia cultural, la existencia de Tartaria fue borrada de las páginas de la historia con los albores del siglo XVIII. El imperio más grande del mundo, una vez grabado de manera prominente en el mapa de la Enciclopedia Británica de 1771, se desvaneció en el olvido. ¿Dónde están los restos de este gran imperio? ¿Qué fue de sus millones de habitantes? ¿Por qué esta notable civilización ha sido borrada de nuestros libros de historia? Estas son preguntas que han obsesionado tanto a historiadores como a profanos.


La misteriosa desaparición de Tartaria de los mapas, los libros y la memoria colectiva es desconcertante. Las ediciones posteriores de la Enciclopedia Británica no tienen rastro de su existencia. Una parte importante de la historia de la humanidad, que abarca milenios, parece haber sido tragada por las arenas del tiempo.

La presentación de los archivos de Tartaria marca una coyuntura crítica en la búsqueda de la verdad. La Federación de Rusia ha dado un paso monumental hacia la reescritura de la historia de Tartaria, iluminando este reino hasta ahora inexplorado. ¿Descubriremos finalmente la verdad sobre este colosal imperio? ¿Se reinstalará Tartaria en los anales de la historia universal?


Una cosa es segura, la gran narrativa de la civilización humana está incompleta sin reconocer la existencia y las contribuciones de Tartaria. La presentación de estos archivos es una llamada de atención para que los historiadores, académicos y buscadores de la verdad de todo el mundo se despojen de sus prejuicios y nociones preconcebidas, profundicen en el laberinto de la historia y desentierren la verdad sobre Tartaria, el imperio invisible.

La narrativa de la historia universal es similar a un gran rompecabezas, y Tartaria es una pieza faltante. A medida que navegamos por el siglo XXI, esperemos que podamos completar este rompecabezas, asegurándonos de que finalmente se revele el verdadero tapiz de la civilización humana. Porque la resurrección de Tartaria no es solo una victoria para Rusia, sino para la humanidad en general. Después de todo, la llama de la verdad brilla más en los rincones más oscuros del olvido.


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